martes, 30 de abril de 2013

Carta a papá


Querido padre:

Aún recuerdo el día en que te marchaste.
Mamá dijo que volverías, pero ella estaba llorando, así que dudo que realmente lo creyera.
Recuerdo que llevabas tan solo una maleta, donde al parecer cabían muchas cosas, ya que la mitad de tu armario y varios cajones de tu dormitorio quedaron vacíos. Te pusiste ese abrigo negro que tanto abrigaba, sí, el que yo solía usar para disfrazarme. Aún recuerdo el verte salir por la puerta, con ese sombrero que usabas para cubrirte del sol, y esos zapatos tan ruidosos, de los que mamá siempre se quejaba.
Yo tenía apenas cinco años, pero recuerdo los detalles muy claramente. No consigo deshacerme de aquel recuerdo.
Tú miraste una última vez hacia atrás, hacia la puerta de nuestra casa. Yo quería salir a la puerta a decirte adiós, a darte un beso y abrazarte muy fuerte, pero mamá no me dejó, así que te observaba desde la ventana.
Sonreíste una última vez, para que no me sintiera triste, y agachaste de nuevo la cabeza. Te vi marchar, caminando en línea recta. No te llevaste el coche, tampoco llamaste a ningún taxi. ¿Adónde te ibas papá?
Diez años después, aún no sé nada de ti. No te conozco, padre, solo confío en mis recuerdos, y en que algún día volverás. No espero que te enamores de nuevo de mamá, pero sí que me quieras como antes.
No he recibido ninguna carta tuya, ninguna llamada... Nada. ¿Ya te has olvidado de mí? Porque yo no lo consigo. Aún tengo esos sueños, en los que te veo marchar desde la ventana, una y otra vez, se repiten como en bucle, y no me dejan dormir.
He crecido. Ahora soy mucho más alta, mi pelo está mucho más largo y un poco más claro que cuando era niña. Mis dientes están rectos, ya que hasta hace poco llevaba aparato. Mis ojos no han cambiado, aunque ahora uso mucho maquillaje, lo que hace que resalten más. Mi piel sigue igual de morena y suave que siempre, la pubertad no me ha afectado mucho.
Los potajes siguen sin gustarme, pero ahora no monto un berrinche a la hora de comérmelos. Sigo siendo adicta al chicle de fresa, y sí, a mamá le sigue fastidiando cuando lo mastico ruidosamente. Reconozco que a veces lo hago para chincharla.
La música me apasiona. A los ocho años entré un conservatorio profesional, donde aprendí a tocar la flauta, y debo reconocer que no se me da nada mal.
Sigo yendo a las clases de baile, donde también he mejorado muchísimo.
He ganado varios premios de literatura en el colegio, escribir me encanta. Sabes que desde pequeñita me gusta mucho leer.
No me va nada mal en la escuela, tengo muchos amigos y saco buenas notas, excepto en matemáticas... Soy una torpe con los números.
Por último, quería decirte, que no te odio por haberte ido, ni tampoco te obligo a volver, solo te pido que no me olvides, y que sepas que si algún día quieres volver a verme, y hablar sobre todo lo que te he contado en esta carta, no tienes más que llamarme, o venir directamente, no me importa.
Quiero que sepas que te quiero, y espero que tú también me quieras a mí.

Saludos, tu hija.


Escrito por Ellen Hamon :)

No hay comentarios:

Publicar un comentario