Querido
padre:
Aún
recuerdo el día en que te marchaste.
Mamá
dijo que volverías, pero ella estaba llorando, así que dudo que
realmente lo creyera.
Recuerdo
que llevabas tan solo una maleta, donde al parecer cabían muchas
cosas, ya que la mitad de tu armario y varios cajones de tu
dormitorio quedaron vacíos. Te pusiste ese abrigo negro que tanto
abrigaba, sí, el que yo solía usar para disfrazarme. Aún recuerdo
el verte salir por la puerta, con ese sombrero que usabas para
cubrirte del sol, y esos zapatos tan ruidosos, de los que mamá
siempre se quejaba.
Yo
tenía apenas cinco años, pero recuerdo los detalles muy claramente.
No consigo deshacerme de aquel recuerdo.
Tú
miraste una última vez hacia atrás, hacia la puerta de nuestra
casa. Yo quería salir a la puerta a decirte adiós, a darte un beso
y abrazarte muy fuerte, pero mamá no me dejó, así que te observaba
desde la ventana.
Sonreíste
una última vez, para que no me sintiera triste, y agachaste de nuevo
la cabeza. Te vi marchar, caminando en línea recta. No te llevaste
el coche, tampoco llamaste a ningún taxi. ¿Adónde te ibas papá?
Diez
años después, aún no sé nada de ti. No te conozco, padre, solo
confío en mis recuerdos, y en que algún día volverás. No espero que
te enamores de nuevo de mamá, pero sí que me quieras como antes.
No
he recibido ninguna carta tuya, ninguna llamada... Nada. ¿Ya te has
olvidado de mí? Porque yo no lo consigo. Aún tengo esos sueños, en
los que te veo marchar desde la ventana, una y otra vez, se repiten
como en bucle, y no me dejan dormir.
He
crecido. Ahora soy mucho más alta, mi pelo está mucho más largo y
un poco más claro que cuando era niña. Mis dientes están rectos,
ya que hasta hace poco llevaba aparato. Mis ojos no han cambiado,
aunque ahora uso mucho maquillaje, lo que hace que resalten más. Mi
piel sigue igual de morena y suave que siempre, la pubertad no me ha
afectado mucho.
Los
potajes siguen sin gustarme, pero ahora no monto un berrinche a la
hora de comérmelos. Sigo siendo adicta al chicle de fresa, y sí, a
mamá le sigue fastidiando cuando lo mastico ruidosamente. Reconozco
que a veces lo hago para chincharla.
La
música me apasiona. A los ocho años entré un conservatorio
profesional, donde aprendí a tocar la flauta, y debo reconocer que
no se me da nada mal.
Sigo
yendo a las clases de baile, donde también he mejorado muchísimo.
He
ganado varios premios de literatura en el colegio, escribir me
encanta. Sabes que desde pequeñita me gusta mucho leer.
No
me va nada mal en la escuela, tengo muchos amigos y saco buenas
notas, excepto en matemáticas... Soy una torpe con los números.
Por
último, quería decirte, que no te odio por haberte ido, ni tampoco
te obligo a volver, solo te pido que no me olvides, y que sepas que
si algún día quieres volver a verme, y hablar sobre todo lo que te
he contado en esta carta, no tienes más que llamarme, o venir
directamente, no me importa.
Quiero
que sepas que te quiero, y espero que tú también me quieras a mí.
Saludos,
tu hija.
Escrito por Ellen Hamon :)
Escrito por Ellen Hamon :)