domingo, 14 de abril de 2013

A ella le gusta bailar. El baile lo es todo para ella. Cuando baila, se siente viva, siente que ya no es ella, que es una nueva persona, única y extraordinaria. El baile es su manera de expresarse, de demostrar lo que siente. El baile es su pasión.
Por eso, cuando baila, todo mi mundo tiembla. No puedo apartar los ojos de ella. Se la ve tan contenta, tan libre... Como un ave que vuela en el cielo. Sus movimientos, todos y cada uno de ellos bien marcados y definidos, elegantes, envolviéndote como en una burbuja, transmitiendo todos y cada uno de los sentimientos que se muestran en la historia. Un ballet precioso.
La actuación del estreno finalizó y todo el teatro se lleno con aplausos. Ella saludaba, sonriente a su público, que la aclamaban como a una reina. Eso era ella para mí, una reina. La más bella y talentosa de todas.
Cuando por fin salió del camerino, vestida con ropa de calle y aún con su pelo recogido, me acerqué a ella.
Sonrió, sus dientes blancos, rectos... Boca perfecta.
-Hola.- Le dije tímidamente.
-Hola.- Contestó.¿Por que me ponía tan nervioso cuando hablaba con ella?
-E...Esto...Esto es para ti.- Dije entregándole el ramo de flores que había comprado justo antes de la actuación.
-¡Violetas, mis preferidas! Muchas gracias.- Ella cogió el ramo de flores y me abrazó. Me quedé paralizado. ¿De verdad me estaba abrazando? Debía de estar soñando. Cerré los ojos para disfrutar del momento, y cuando los abrí, ella ya no estaba allí. Ni yo tampoco. Estaba tumbado en mi cama, y sobre mi escritorio descansaba el ramo de violetas que compré, pero que nunca llegué a darle.
Había sido todo un sueño... ¿Me atrevería algún día a hacerlo realidad?



Por Ellen Hamon :)

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