sábado, 13 de abril de 2013




 -¿Qué lees?- Eva se giró para comprobar quién le había hablado. Un chico alto de pelo negro y corto se encontraba ahora en frente de ella. Lo había visto antes dando vueltas por allí, pensó que  sería algún familiar o amigo de alguno de los ingresados.
La enfermera cerró el libro. No había cosa que odiara más que la molestaran mientras leía.
El chico la miraba fijamente, pero ella ni si quiera le contestó a su pregunta. Era su hora libre y no quería malgastarla hablando con un niño pequeño que seguramente solo se había acercado para tocarle las narices.Eva abrió el libro de nuevo y siguió leyendo por donde lo había dejado, ignorando a aquel chico.
-La gente educada, cuando le hacen una pregunta, contestan.- Eva estaba mosqueada. Aquel chico no solo la había interrumpido de su lectura, si no que ahora encima la llamaba maleducada.
-¿Qué quieres?
-Quiero saber qué estás leyendo.- Eva le mostró la portada a el chico, que la leyó lentamente.
-"Donde habitan los ángeles". ¿Es interesante?
-Sí, niño, muy interesante. Me gustaría terminarlo, ¿sabes? ¿Por qué no te entretienes jugando por ahí un rato, y me dejas tranquilita?
-Es que me aburro.
-¿Y qué quieres que yo le haga? ¿Dónde están tus padres? Díselo a ellos.
-Están en casa. Yo he venido a ver a mi amiga, la igresaron hace dos noches.
-¿Y estás aquí desde entonces?- El chico asintió.
-¿Por qué?
-Porque le prometí a Tamara que no me iría hasta que se encontrara mejor y pudiera volver a casa, que cada vez que tuviese que venir, yo vendría con ella.
-¿Cuántos años tienes?
-Nueve, señora.
-Deberías irte a casa, el hospital no es lugar para niños.
-Todo el mundo dice eso, pero a este hospital no hacen más que llegar niños. Algunos heridos, otros enfermos... Como mi amiga Tamara. Si no es un lugar para niños, tal y como dices, ¿por qué no la dejan marchar?- Eva sonrió. Aquel niño era especial, podía verlo. Sabía expresarse muy bien, era bastante maduro para un chico de su edad.
-Toma.- Dijo la enfermera entregándole el libro.- Ya me lo devolverás otro día, cuando te lo leas. Así mientras tu amiga Tamara está ocupada con los doctores, tú no te aburrirás.- A el pequeño se le iluminó la cara con una sonrisa.
-¡Gracias, señora!- Dijo feliz.
-De nada, pequeño.- Eva observaba como aquel chico se alejaba dando saltos de alegría. a pesar de ser maduro, aún seguía siendo un niño. "Con qué poco se conforman los niños" Pensó Eva, mientras revivía en su memoria los recuerdos de su infancia.

Por Ellen Hamon :)


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