No
estaba acostumbrada a tanta luz, a tanta alegría. Siempre había
vivido sola, en la sombra, con el frío y la oscuridad. Nunca nadie
se había preocupado por mí. Quizás por eso no entendía bien los
sentimientos de Ulises. ¿Cómo podía alguien tratarme tan bien?
Quizás, nos parecemos más de lo que pensamos. Por eso me dolía
tener que dejarlo. Ahora que por fin me sentía bien, ahora que había
encontrado a alguien con quien ser feliz... Supongo que nunca podría
serlo del todo, no mientras el sol se siguiera escondiendo y la luna
saliendo todas las noches.
El
sol ya casi se ocultaba del todo tras la colina. Oí un graznido y
miré al cielo. Los cuervos volaban por encima de mí, aclamando a su
ama.
Me
transformé de nuevo, como todas las noches, y levanté el vuelo.
Era
hora de irse. Irse para siempre.
Por Ellen Hamon :)
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